Por Ignacio Stegmann*.
La ley 27.279 sancionada por el Congreso de la Nación en 2016 establece los presupuestos mínimos de protección ambiental para la gestión de los envases vacíos de fitosanitarios, requiriendo una gestión diferenciada y condicional.
La ley alcanza a todos los envases vacíos de fitosanitarios utilizados en el territorio nacional, los que deberían ingresar a un Sistema de Gestión Integral de Envases Vacíos de Fitosanitarios, que en Argentina lo lleva adelante la Asociación Campo Limpio SGA.
La norma es de responsabilidad extendida y compartida, ya que no solo incluye la gestión de un sistema de recupero y tratamiento adecuado de los envases, sino también contempla los roles y responsabilidades de todos los actores de la cadena.
Se trata de fabricantes, usuarios, comercializadores, recicladores, fabricantes de nuevos productos y, por supuesto del control y monitoreo de las autoridades competentes nacionales, provinciales y municipales.
Es decir, toda la cadena está involucrada en la correcta gestión y destino final de los materiales a reciclar.
El sistema de recupero de envases vacíos de fitosanitarios opera actualmente en 13 provincias, incluyendo a las de mayor actividad productiva del país.
Ya tiene en plena operación 39 Centros de Almacenamiento Transitorios (CAT).
De esta manera, junto con las campañas de recepción itinerantes de envases, se cubre toda la superficie de producción.
El objetivo es desplegar el sistema en todo el territorio nacional: llegar a fin de año con más de 50 centros de almacenamiento en plena operación y duplicar ese número en el siguiente año.
Este esfuerzo se evidencia enormemente en el aumento del recupero.
En 2019 se recuperaron 236.000 kilos de plástico y en 2020, 1.125.000 kilos.
Se espera culminar 2021 con esa cifra duplicada como mínimo.
Esto implica, por supuesto, un desafío con todas las provincias para que aprueben el sistema de gestión de envases de fitosanitarios, así se puede implementar en conjunto.
También implica un desafío operativo y logístico que consiste en el transporte en tiempo y forma de los envases a recicladores habilitados para reinsertar el plástico en la cadena productiva y en la industria.
La articulación y coordinación entre todos los actores es fundamental y por eso, no hay que relajarse.
Aunque la evaluación del trabajo realizado hasta ahora es muy positiva, todavía falta mucho por hacer, no sólo en términos de infraestructura, sino porque todo este nuevo ecosistema aún debe amoldarse.
Los productores deben adoptar el hábito de realizar el triple lavado, el perforado y el transporte de los envases a los centros de almacenamiento correspondientes, y las empresas productoras de fitosanitarios deben colaborar en propagar toda la información existente.
Esto sin dejar de señalar que la articulación público- privada es clave para que el sistema se desarrolle.
En este sentido, es importante seguir avanzando. Eso es lo que al final del día genera confianza en el trabajo y el vínculo de todos los actores de la cadena.
En el corto plazo la prioridad es desplegar el sistema en aquellos lugares donde todavía no hay centros de almacenamiento o campañas de recolección y continuar articulando con los distintos municipios y provincias para zanjar cualquier rispidez que surja de la difusión y aplicación del sistema de recuperación, con todo lo que eso implica.
De allí para adelante quedará potenciar el concepto de economía circular hasta su máxima expresión posible, para hacer de este sector económico pujante uno sustentable y cuidadoso del medioambiente.
(*) – Director ejecutivo de la asociación Campo Limpio.