Mientras se espera que en las próximas horas ingrese de una vez por todas el anunciado proyecto para ratificar el entendimiento del Gobierno nacional con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el ministro de Economía y Finanzas, Martín Guzmán, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, y el representante argentino ante el organismo multilateral de crédito, Sergio Chodos, se alistan para presentarse en la Cámara de Diputados con el objetivo de defender la iniciativa, que es de máxima prioridad para la Casa Rosada.
Según habían dejado trascender en el Gobierno, el texto de la norma, con todos sus detalles incluidos del acuerdo, ya estaría terminado, por lo que el proyecto entraría de un momento a otro por la mesa de entrada de la Cámara de Diputados. Solo es cuestión de que pase las ultimas instancias de revisión bilateral.
Mientras tanto el tiempo corre y el Gobierno está urgido de que la carta de intención al FMI obtenga el aval de ambas cámaras antes del 22 de marzo, fecha tope en la cual el Estado argentino debería desembolsar la suma de 2.800 millones de dólares del próximo vencimiento de deuda de acuerdo al cronograma original suscripto por la administración de Cambiemos.
El Poder Ejecutivo quiere evitar ese pago para no debilitar las ya de por sí golpeadas reservas del Tesoro, por lo que necesita que el trámite parlamentario empiece a rodar lo antes posible.
No obstante, en el Gobierno ya no manejan el mismo nivel de certeza que semanas atrás respecto de la aprobación del proyecto en la Cámara baja, por donde se iniciará el debate parlamentario, ya que si bien cuentan con el posible respaldo de la UCR y de la Coalición Cívica, el desplante del PRO en la Asamblea Legislativa, cuando el bloque conducido por Cristian Ritondo se retiró en su totalidad del recinto en medio del discurso de Alberto Fernández cuando éste responsabilizó a Macri por la deuda, profundizó la sensación de incertidumbre.
Además, por el momento tampoco hay señales de que los diputados de La Cámpora que siguen a Máximo Kirchner, como los cuatro legisladores de sectores vinculados al ala izquierda del Frente de Todos hayan modificado la postura refractaria a la iniciativa.
De hecho, objetivamente lo único que quedó a la vista en la Asamblea Legislativa es que el primogénito de Cristina y Néstor Kirchner, quien semanas atrás había pegado el portazo a la presidencia del bloque oficialista por sus diferencias con la estrategia de Guzmán y el resultado de las negociaciones, se ausentó a la Asamblea Legislativa con una excusa de dudoso credibilidad. Y en coordinación con la decisión de Máximo de quedarse en el sur junto a sus hijos, La Cámpora no movilizó frente al Congreso como había sucedido por ejemplo en 2020 y en otras manifestaciones de apoyo al Gobierno.
Como si fuera poco, el presidente no dejó pasar las críticas internas al acuerdo con el FMI, al que considera el único camino posible para que la Argentina no se hunda, y dedicó un párrafo a Máximo Kirchner, sin nombrarlo, lo cual no debe haber colaborado demasiado para que el jefe camporista cambie de opinión.
«He escuchado con sorpresa opiniones que critican que hayamos logrado un acuerdo; a esas críticas les contesto: no queremos ajuste», lanzó el presidente en su exposición de apertura de sesiones ordinarias. Más allá del voluntarismo del Gobierno, el proyecto plantea un sendero de achicamiento del déficit fiscal, que implicaría necesariamente un recorte del gasto público, a menos que se toquen a la alza los impuestos vigentes, o se creen otros nuevos. No parece ser ese el camino que vaya a seguir Fernández, y en efecto así lo reafirmó la administradora federal de Ingresos Públicos, Mercedes Marcó del Pont en declaraciones recientes.
«Parte de la letra chica del acuerdo con el FMI es converger a un mayor equilibrio fiscal, que no va a ser resignando el crecimiento, sino mejorando la recaudación y administración tributaria. Vamos a profundizar el trabajo en materia de fiscalización y control en los sectores de mayor capacidad contributiva», adelantó la funcionaria, ostensiblemente optimista sobre el presunto devenir expansivo de la economía argentina en los próximos años.
Las sospechas y reparos de Kirchner están fundadas, y de hecho la anticipada disputa intergubernamental por el nivel de tarifas ya dan una pauta del debate que se viene: mientras que Cristina y su hijo no quieren que las facturas superen aumentos del 20%, Fernández reconoció que basará su política tarifaria en una ley vetada por Mauricio Macri que ponía como tope para el incremento de los precios al índice de variación salarial, que actualmente se ubica en el 56%.
Una manera elegante de blanquear que el presidente y Guzmán irán por aumentos superiores a la pauta del 20%, nivel que para el Gobierno representa apenas el primer escalón, mientras que para el kirchnerismo debe ser el único salto en todo el 2022.
Fernández se juramentó -y así lo hizo saber en la Asamblea Legislativa- que en su Gobierno «no habrá tarifazos» como los que hubo durante la era macrista, pero eso no significa que no vayan a haber enfrentamientos internos por el nivel de los aumentos.
Una vez que el texto del proyecto llegue a las manos de los diputados y éstos analicen con detalle todos sus alcances, la bancada del Frente de Todos que ahora conduce el santafesino Germán Martínez tiene previsto realizar reuniones con funcionarios para evacuar dudas, y -por qué no- terminar de convencer a varios kirchneristas que tienen dudas de acompañar.
También se espera otra reunión de los funcionarios con dirigentes de centrales del movimiento obrero y cámaras empresariales.
Las reunión con Guzmán, Chodos y Manzur, que aún no tiene fecha y horario, se realizará en el marco de la comisión de Presupuesto y Hacienda que preside Carlos Heller, con la presencia de diputados de todas las fuerzas con representación en ese ámbito. .
Después de la reunión con los representantes gremiales y empresariales se prevé un tercer encuentro con economistas propuestos por las distintas fuerzas, e inclusive podrían participar ex funcionarios de Macri que participaron en el proceso de toma de deuda del 2018 con el FMI.