La fractura del Frente de Todos y sus consecuencias en la gestión que lleva adelante el presidente Alberto Fernández se instalaron definitivamente en la agenda política actual como el principal tema de discusión, a la espera de un dato estadístico que podría marcar incluso un punto de inflexión en la interna del Gobierno.
Si se tratara de una obra de ficción, de una serie ofrecida al público en alguna de las plataformas de streaming más taquilleras del momento, la trama de suspenso e intriga generada en torno del contubernio palaciego entre el jefe de Estado y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner mantendría probablemente en vilo a la audiencia, con espectáculo en continuado garantizado, más allá de ciertos ribetes tragicómicos de los últimos días.
Un capítulo tras otro con la misma dosis de intensidad para hilvanar, por qué no, un puñado de exitosas temporadas. Pero en este caso, lamentablemente para la Argentina, las disputas en el seno del oficialismo, la ventilación de enconos personales sin miramientos y las permanentes ráfagas de metralla de fuego amigo se producen en la vida real, no en una pantalla de televisión, y en medio de un país en crisis que aún debe ser gobernado.
En lo que parece ser un momento de traumática disolución del matrimonio por conveniencia que entablaron Fernández y Cristina para desbancar a Mauricio Macri hace casi tres años, la gestión del ex jefe de Gabinete kirchnerista convertido en primer mandatario ha quedado cubierta por un enorme manto de incertidumbre en lo que se refiere al corto plazo, de igual modo que el Frente de Todos (FdT) se encuentra inevitablemente al borde del estallido.
Aquel experimento electoral de Cristina anunciado en mayo de 2019, como una suerte de Víctor Frankenstein emparchando una alianza con retazos de agrupaciones políticas en busca de concebir el músculo necesario para recuperar el Poder, podría terminar de la peor manera ahora que el kirchnerismo se muestra dispuesto a dinamitar la coalición de Gobierno.
Así lo dejó en claro, una vez más, el líder de la agrupación ultra-K La Cámpora, Máximo Kirchner, en los últimos días: «Si los dirigentes se amontonan en una unidad que no busca dar todas las peleas para que la sociedad salga adelante, será una mera acumulación de dirigentes políticos en un lugar y con la gente en otro lugar», sostuvo.
«Eso fue el 2001, no nos puede volver a pasar», agregó el hijo de Cristina, convertido hoy en uno de los principales portavoces del desencanto kirchnerista con la gestión que impulsa el Gobierno -que ese mismo sector integra, valga la aclaración-, como si se tratara de un comentarista de la realidad, de un analista político externo a la administración central.
Una postura similar adoptó recientemente el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, que planteó que «no da más la situación social» en el Conurbano y en el interior provincial, de igual manera que el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, un subordinado de Martín Guzmán que, sin remordimiento alguno, cargó contra el asediado ministro de Economía, a modo de relator de la coyuntura.
Feletti responsabilizó a Guzmán por la inflación y lanzó una severa advertencia, similar al comentario de Máximo Kirchner con relación a la última gran crisis de la Argentina: «El Ministerio de Economía tiene que bajar líneas claras de política económica que reduzcan la volatilidad y preserven ingresos populares, si no esto se va a poner feo», subrayó.
El funcionario se expresó en estos términos en momentos en los que diversas encuestas muestran que en el país se ha instalado prácticamente una sensación de escepticismo estructural en la población, con vistas al corto y mediano plazo, y en vísperas de la publicación de un dato estadístico oficial que podría marcar un punto de inflexión en la propia interna del Gobierno.
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Guzmán, ¿en la cuerda floja?
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Se trata del Índice de Precios al Consumidor (IPC) correspondiente a marzo pasado, que se conocerá el próximo miércoles y que, según estimaciones, rondaría el 6 por ciento como mínimo: una cifra elevada, preocupante y que podría ubicar a Guzmán en un estado de mayor vulnerabilidad aun.
Los augurios no son alentadores: de acuerdo con un informe de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), la inflación se disparó al 6,8% en el tercer mes del año, impulsada especialmente por los precios de los alimentos, que aumentaron hasta un 9% (en promedio) en ese período.
Tras la lluvia ácida lanzada contra Guzmán con motivo del acuerdo de la Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el kirchnerismo se mantiene firme -desde entonces- en su postura de reclamar la salida del titular del Palacio de Hacienda del Gabinete nacional, cuya continuidad podría tornarse insostenible para el presidente Fernández si el Gobierno no logra contener la disparada inflacionaria a la brevedad.
Con el sector cristinista del oficialismo demandando a viva voz un cambio de rumbo inmediato en lo que se refiere a las políticas económicas de la Casa Rosada, Feletti también consideró que el acuerdo con el FMI es «letra muerta» a partir del nuevo contexto mundial desencadenado por la guerra en Ucrania tras la invasión rusa y que impacta en la Argentina. Fue justamente Guzmán el principal promotor y artífice de ese pacto con el Fondo.
En este contexto, Máximo Kirchner pidió ser «generosos» con los que menos tienen en el país, justificando así los cortes de calles en el marco de protestas sociales, así como también «hacerse cargo de la gestión».
Lo que no termina de resultar claro, al menos por ahora, es si el núcleo duro K en el Gobierno busca efectivamente torcer la dirección hacia la que se perfila la administración Fernández a partir del acuerdo con el FMI, y permanecer en el oficialismo, o bien ya da por perdida la gestión del presidente e intenta construir, desde su relato actual, un espacio electoral propio con vistas a 2023.
De cualquier modo, lo que está claro es que la derrota en las urnas del año pasado -más allá de haber «perdido ganando», como elucubró la actual diputada del FdT Victoria Tolosa Paz en ese momento- encendió enormes luces de alarma en el oficialismo, de igual modo que envalentonó a la oposición, a Juntos por el Cambio (JxC) más específicamente, ante la posibilidad de regresar a Balcarce 50 a partir del 10 de diciembre del año que viene.
Cuando restan -en principio- algo más de 12 meses para que la campaña electoral de 2023 ingrese en instancias decisivas con miras a las PASO, algunos movimientos interesantes ya comenzaron a producirse tanto en el oficialismo, con Fernández arengando su propia reelección en medio de la embestida kirchnerista, como en la oposición, con un Javier Milei que crece en las encuestas y que vuelca hacia la derecha hoy por hoy las discusiones políticas coyunturales.
En JxC, a la foto en Estados Unidos de Macri con el ex presidente norteamericano Donald Trump se sumaron declaraciones de la titular del PRO, Patricia Bullrich, insistiendo en que el ex alcalde porteño no será candidato en 2023, mientras que el actual jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, se mostró bastante más enérgico que de costumbre al cuestionar las manifestaciones piqueteras en la Capital Federal.
Finalmente, comenzó a gestarse también un posible armado «anti- grieta», aunque de momento, según pudo averiguar NA, sin aspiraciones electorales concretas. Integran ese grupo dirigentes de renombre como Gerardo Morales, Juan Schiaretti, Florencio Randazzo, Rogelio Frigerio, Emilio Monzó y Juan Manuel Urtubey, entre otros, con perspectivas de sumar más voluntades a la llamada en algunas otra ocasión «avenida del medio».
Motorizados por la «crisis social y económica», se juntaron esta semana a compartir un asado en San Isidro, en la zona norte del Gran Buenos Aires, donde conversaron sobre el «volumen político necesario que debe tener el próximo Gobierno para encarar» diversas reformas, haciéndose eco probablemente del clima interno de derrota que se respira en el FdT con vistas a los comicios generales de 2023.
«No hay en esta instancia especulación electoral ni candidaturas», aclararon de todos modos a NA fuentes cercanas a los participantes del mitín. «La idea es que sea un espacio de encuentro y reflexión, y va a tener periodicidad», agregaron. En términos similares se expresó Randazzo en las últimas horas. Habrá que ver cómo evoluciona la propuesta.
(*) – Director periodístico de la agencia Noticias Argentinas (NA); erodriguez@noticiasargentinas.com; TW: @efrodriguez012.